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Imaginemos
que deseamos representar sobre un plano horizontal la topografía de una
región (Figura 1). Para eso se dispone de observaciones en distintos puntos
del terreno relativas a su altura sobre el nivel del mar. Se conoce además
la posición geográfica (latitud, longitud) de cada punto. Podemos anotar
esos niveles en un plano a escala y trazar posteriormente líneas que unen
puntos que tienen el mismo nivel (denominadas isolíneas). Este trazado
de una isolínea tiene algo de subjetivo, pues no conocemos exactamente
la posición geográfica de todos los puntos que tienen esa altura sobre
el nivel del mar. El conjunto de isolíneas define un mapa en el que podemos
identificar los puntos altos y bajos del terreno, los valles, las zonas
planas y los sectores de fuerte pendiente. En otras palabras, el mapa
con las curvas de nivel entrega una gran cantidad de información sobre
las características de la topografía del lugar.
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Si
medimos la temperatura en varios puntos y repetimos el procedimiento anterior,
obtendremos un mapa de curvas de igual temperatura, llamadas isotermas,
que nos indicaran regiones frías y cálidas, sectores donde la temperatura
no cambia mucho espacialmente y otras en que hay un fuerte contraste térmico.
Otras
curvas de nivel de gran uso en meteorología son las líneas de igual presión,
llamadas isóbaras,
que permiten identificar zonas de alta presión (anticiclones),
zonas de baja presión (ciclones
o depresiones), las vaguadas
que son regiones de presión relativamente baja con una forma equivalente
a un valle en un mapa topográfico, y las dorsales,
que son regiones de presión relativamente alta, con una forma similar
a una cresta de una cadena de montaña en un mapa topográfico.
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