Impactos sobre el balance radiativo global  

 

En esta sección se describen los principales impactos sobre el balance radiativo global producidos por la actividad del hombre, particularmente en lo que se refiere al incremento en la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) y la tasa creciente de producción de aerosoles.

 

EFECTOS DEL AUMENTO EN LA CONCENTRACION DE GEI

Se denomina forzamiento radiativo al cambio en el flujo neto de energía radiativa hacia la superficie de la Tierra medido en el borde superior de la troposfera (a unos 12.000 m sobre el nivel del mar) como resultado de cambios internos en la composición de la atmósfera, o cambios en el aporte externo de energía solar. Se expresa en W/m2. Un forzamiento radiativo positivo contribuye a calentar la superficie de la Tierra, mientras que uno negativo favorece su enfriamiento.

En la Fig. adjunta se muestran los forzamientos radiativos asociados a los diversos gases de efecto invernadero, en relación a la situación durante la era pre-industrial.

 

Adaptado de: informe IPCC 2001.................................................

 

El forzamiento radiativo positivo más importante, y por lo tanto el que más contribuye al calentamiento del planeta, es el del CO2 (+1.5 W/m2), seguido por el del metano (CH4) con una contribución cercana a +0.5 W/m2 relativo a la era pre-industrial. Con una contribución menor, pero también favorable al calentamiento de la superficie, están los efectos del aumento de concentración de los halocarbones, del ozono troposférico y del dióxido de nitrógeno. Por otra parte, la disminución observada en la concentración del ozono estratosférico ha generado un pequeño forzamiento radiativo negativo (favorable a un enfriamiento de la superficie).

 

EFECTO DEL AUMENTO DE LA CONCENTRACION DE AEROSOLES


Los aerosoles son partículas sólidas o líquidas de un tamaño entre 0.01 y 10 micrometros, que se mantienen suspendidas en la atmósfera, al menos por varias horas (nota: 1 micrometro es la milésima parte de un milímetro). Los aerosoles, de origen natural o antropogénico, pueden influir sobre el clima de varias maneras. Por una parte pueden absorber radiación en forma directa o aumentar la dispersión de la radiación solar incidente (haciendo crecer la proporción de radiación solar que se dispersa hacia el espacio exterior).

El impacto de los aerosoles sobre el clima es aún bastante incierto, pero en general un aumento de su concentración en la atmósfera corresponde a un forzamiento radiativo negativo, es decir, tiene a disminuir la temperatura del planeta a nivel de superficie, como resultado de un aumento de la dispersión de la radiación solar. En los años 1970 se argumentaba que éste era el principal factor que explicaba la tendencia negativa en la temperatura global que se venía produciendo desde la década de 1940.

Uno de los aerosoles cuyo efecto sobre el clima ha sido estudiado con cierto detalle son los sulfatos, que se forman a partir de emisiones de dióxido de azufre (SO2). El forzamiento radiativo negativo de este compuesto es del orden de -0.3 W/m2. La magnitud de su impacto es comparable la forzamiento radiativo de signo opuesto del ozono troposférico. Otros aerosoles que tienen un impacto opuesto al de los gases de efecto invernadero, aunque de una intensidad menor que los sulfatos, son los que provienen de la quema de biomasa (incendio de bosques y quema de leña). Por último, aunque existe un bajo nivel de conocimiento acerca de los efectos indirectos de los aerosoles sobre la nubosidad (ya sea actuando como núcleos de condensación que se requieren para su formación, o modificando sus características ópticas y tiempo de vida), se estima que el aumento de su concentración en la atmósfera representa un forzamiento radiativo negativo de una magnitud que puede ser comparable, pero de signo opuesto, al producido por el aumento del CO2 y del CH4.